EL CARNAVAL DEL DIABLO


EL CARNAVAL DEL DIABLO

Autor: Ricardo Tejerina
Género: Novela
Publicada por: Editorial Dunken, 2012     
Prólogo: Ricardo Santillán Güemes

            
Esta novela es un desafío dual. Por un lado aborda la intriga que supone el conocimiento de la suerte que corrieran “los chicos Do Santos” durante el desarrollo del lejano carnaval de Caseros del año 1928 y, por otro, un derrotero singular que tiene sucesivas postas en un abanico de citas de afamados escritores de trascendencia mundial, hasta anclarse en un poemario que se vincula con la trama.

La integración argumental de la obra se produce –justamente– con el concurso de las citas y referencias del Comisario Lorenzo, quien, a partir de su condición de lector avezado, va desentrañando el enigma de la desaparición de los protagonistas y el rol que jugó cada uno de los personajes (principales y secundarios) en el curso de los hechos con su personal interpretación de Las flores del mal de Baudelaire.

Paralelamente, El Carnaval del Diablo, abunda en simbología y en connotaciones que se explican sólo a través del pensamiento mítico y el acto ritual, puesto que la acción original transcurre en un tiempo lejano, que si bien es real no puede interpretarse escindido del “tiempo de la fiesta”; o sea, del tiempo en que ocurre la inversión, la transmutación y la transgresión de lo cotidiano.

En suma, nos encontramos frente a una novela distinta, de capítulos breves, que se resuelven en sí mismos, pero a favor de la trama general, jugando de continuo idas y vueltas que mantienen en vilo al lector. El misterio, lo oculto, lo inexplicable y también lo básico se mueven en torno a evocaciones de Poe, Cortázar, Borges y tantos más.

De todos modos, y como si aún no resultase suficiente, el autor no desdeña la historia de amor y la desarrolla al unísono de la trama general, completando así, el cabal sentido de un romanticismo trágico que resulta omnipresente, toda vez que la mimetización que tienen el amor y el dolor, devienen en el conflicto propuesto.

Asomarse a El Carnaval del Diablo es caer abismalmente con la pretensión de salir a medida que transcurre cada página; claro está, sin la más mínima posibilidad de resultar defraudado.