jueves, 24 de febrero de 2011

DEL COROLARIO DE ASIMOV A LA PARADOJA DE TEJERINA


Isaac Asimov entronizado, Rowena Morrill

 El corolario de Asimov

“Si una herejía científica es ignorada o rechazada por el público,
existe alguna posibilidad de que sea correcta.
 Si una herejía científica es apoyada por el público en general,
casi seguro que está equivocada.”

Isaac Asimov

Repasando la obra de Asimov uno llega a la conclusión que es un escritor imprescindible y extraordinario. Por caso, es el autor de Yo, Robot y El hombre bicentenario entre tantos otros relatos de ciencia ficción.
Leer a Asimov es siempre una aventura, navegar por su universo imaginario produce inacabables deslumbramientos, pero, adentrarse en los círculos más íntimos de su razón puede resultar abrumador y lograr sumirnos en el más hondo desconsuelo.
En lo que él mismo llamó su corolario, da por seguro que los hombres tienden a creer en todo aquello que les proporcione felicidad o que les alivie la conciencia de la finitud, y que de esa necesidad (la existencia de una trascendencia) surgieron las religiones, los mitos y, naturalmente, todas las supersticiones.
Asimov explicaba que la ciencia, a través del tiempo, se ha encargado de dejar sin fundamentos a los enunciados religiosos y que sobran los ejemplos sobre el particular desde Galileo hasta nuestros días. Razón por la cual aseguraba respecto de la muerte que la misma es “la permanente disolución de la personalidad” y que “tras ello, en cuanto a la conciencia individual, no hay nada”.
Entiendo que su última afirmación encuadra en una herejía científica, y que para vulnerar su acierto (siguiendo lo expuesto en su corolario reproducido en el epígrafe) todos deberíamos apoyarla firmemente, hecho que “casi seguro la tornaría equivocada”.
 Como en todos los casos siempre se trata de creer en una u otra cosa, he llegado a una conclusión que di en llamar: La paradoja de Tejerina, puesto que es una buena opción creer en Asimov para alentar, por oposición, la posibilidad de perdurabilidad eterna del alma humana.
Como habrán notado, he resuelto darle un uso utilitario a mi credulidad y también a mi fe. Los invito a hacer lo mismo sirviéndose de mi paradoja, la que define que: "Creer en Asimov es, al mismo tiempo, fortalecer la hipótesis contraria."

Con respeto y admiración
a Isaac Asimov (1920-1992).

Ricardo Tejerina / 2011